Muchos lo llaman el día de los enamorados, otros San Valentín. Yo le llamó el día en el que empecé a vivir porque ese día, no sé si por casualidad o por cosas del destino, me enamoré y empecé a compartir mi vida con una rosa. Ayer, mientras veía montones de gente con flores y regalos, yo sentía unos nervios y un deseo como si fuera la primera vez. Como si fuera 2010. El año que siempre llevaré en mi corazón evadido de recuerdos. Tuvo un fallo, eso sí, que fue lunes y dos días después de acabar los exámenes. Lo que me dejó poco tiempo para sus preparativos, pero no pasa nada porque cualquier día del año puede ser catorce de febrero. Ella me mandó una carta perfumada con cada uno de sus petalitos y varias sorpresas más que recordar sí quiero pero las guardaré para mí.
Con los nervios de hace un año y la voz casi temblando me han llamado los recuerdos. La vida pasa y pasa pero a su vera no pasa sino llega.
Febrero... el carnaval también me quita tiempo, todo sea dicho, porque las pasiones te van consumiendo el alma. Todavía me queda mucho hueco en el alma que quiero llenarlo y consumirlo a su lado con nuestras vivencias. Porque hoy quiero permitirme hablar de ella. La que siempre piensa en mí, la que siempre me espera y la que siempre me enamora.
Puede que esto no sea una carta perfumada... pero, siendo algo más cutre, es lo que me ha salido del corazón.
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